Imagínate que estás en un restaurante y llevas esperando más de 30 minutos por tu comida y cuando te llega, encima está fría. O que tu compañero de trabajo te vuelve a pedir que le sustituyas el sábado porqué tiene “algo importante”, o que el típico amigo “caradura” te pide “otro” favor justo el día que tenías planes con tu pareja.
¿Cómo reaccionarías? ¿Qué harías en estos casos?
Comportamiento pasivo y agresivo
Hay dos tipos de comportamientos muy habituales ante estas situaciones, uno de ellos sería el comportamiento sumiso, en el que la persona se calla y se resigna ante la situación.
Las personas pasivas no expresan adecuadamente lo que sienten o lo que quieren, o lo expresan de forma insegura y desde la culpabilidad.
El otro tipo de comportamiento sería el agresivo, en el que la persona reacciona de forma muy directa y segura, pero de manera inadecuada, llegando a mostrar hostilidad y, en ocasiones, agresividad.
Estas personas se toman los conflictos como un ataque personal en el que solo se puede ganar o perder, por lo que no respetan los derechos ni los sentimientos de los demás.
Reacciones sumisas, reacciones agresivas
Ante las situaciones propuestas al principio, una persona sumisa, lo más probable es que se comiera sin rechistar su comida fría, y después estuviera reconcomiéndose por dentro toda la tarde, pensando en lo injusta que es la vida.
Sin embargo, la persona agresiva habría puesto el grito en el cielo, insultado al camarero, gritado al cocinero, y amenazado al encargado, mientras el resto de los clientes del restaurante se sienten abochornados por el numerito. Después esta persona es muy probable que no se sienta del todo satisfecha por como gestionó la situación, aunque le cueste reconocerlo.
¿Cómo reaccionarías tú?
Si estás leyendo este artículo, quizás te reconozcas en alguna de estas formas de actuar. Pero como vemos, ninguna de estos dos tipos de reacciones nos ayuda realmente a disfrutar de un agradable almuerzo, sino todo lo contrario.
El comportamiento asertivo
Pero hay una forma de comportarnos alternativa a estas dos, es una habilidad que nos permite expresar nuestros derechos, deseos, opiniones, necesidades y sentimientos de forma amable, consciente, clara, honesta y sincera, y además, sin atentar contra los derechos de los demás.
Esta habilidad se llama asertividad, y, la buena noticia es que se puede aprender y mejorar.
Una persona asertiva habría comunicado de forma directa y tranquila que su comida estaba fría, solicitando que, por favor, la calentaran, o le cambiaran el plato. Se habría expresado en tono firme, pero amable, y sin miedo a la reacción del camarero, ya que está en su derecho de recibir en óptimas condiciones lo que está pagando.
¡ALGO MUY IMPORTANTE A TENER EN CUENTA!
El comportamiento asertivo no te garantiza el éxito en todas las situaciones de la vida, ya que no siempre el resultado de una interacción depende exclusivamente de nosotros.
Por mucha asertividad que usemos siempre habrá gente que seguirá dándonos un no como respuesta si les pedimos algo que va en contra de sus intereses o valores. Y está en su derecho.
Pero el ser asertivos sí nos garantiza que hemos hecho lo mejor para nosotros y hemos defendido nuestros derechos, independientemente del resultado, lo que hace que nuestra confianza y autoestima aumenten notablemente.
La asertividad puede depender del contexto
A veces puede ocurrir que la falta de asertividad se da en unos contextos y no en otros, ya que hay situaciones o personas que nos provocan más ansiedad o estrés, con lo que desarrollamos ese tipo de comportamiento, llegando a poder ser sumisos en el trabajo, agresivos en la pareja, y asertivos con nuestros amigos, por ejemplo.
Y te podrías preguntar ¿por qué tengo problemas de asertividad?
La asertividad forma parte de nuestro aprendizaje social, aprendemos a ser asertivos, pasivo o agresivos dependiendo de nuestros modelos de conducta en la infancia.
A muchos nos educaron en la idea de que siempre debíamos intentar satisfacer y priorizar a los demás, que no era correcto anteponer nuestras propias necesidades por encima de las de los otros, y que cuando alguien decía algo que no nos gustaba debíamos callar.
Se ha relacionado ampliamente la falta de asertividad con diferentes trastornos emocionales, como la ansiedad, la depresión y los problemas de autoestima.
De hecho, tener baja autoestima está directamente relacionado con la falta de asertividad, ya que cuando no te sientes valioso, no defiendes tus derechos y te dejas pisotear, y esto hace que tu autoestima se deteriore aún más, provocando que entres en un círculo vicioso difícil de romper.
En este artículo que publiqué en la prestigiosa web «Psicología y Mente» puedes leer el vínculo entre la autoestima y la asertividad.