5 conductas que nos hacen infelices

Comparte en tus Redes!

¿Cómo se alcanza la felicidad? Esta es una de las preguntas que el ser humano lleva haciéndose desde hace siglos, y en torno a esta idea han girado numerosas corrientes filosóficas, e incluso la mayoría de las religiones. El mayor anhelo de nuestras vidas es ser felices, aunque este concepto sea bastante subjetivo y difícil de definir. Aunque la idea de felicidad sea diferente para cada persona, lo que sí está claro es que hay conductas que nos hacen infelices y que pueden repercutir en casi todos por igual. Entonces, según esto, ¿ser feliz es una mera elección?

Evidentemente, no podemos caer en trampa de la positividad tóxica, ya que cada individuo vive sus propias circunstancias. No obstante, también es cierto que a veces, teniendo mucho a nuestro favor, desarrollamos hábitos con los que nos autosaboteamos. Podemos disfrutar de cierto bienestar cuando todo nos va bien, pero la felicidad es algo que requiere voluntad, autoconocimiento y reflexión.Según algunos expertos, el 50% de la felicidad que experimenta una persona depende de factores externos o genéticos. El otro 50% se alcanza por mérito propio. Para ponerte las cosas fáciles, te dejamos aquí las cinco conductas más frecuentes que nos causan infelicidad.

No vivir en el presente

La vida nos hace pasar por muchos momentos dolorosos, difíciles y decepcionantes, y a menudo tendemos a dirigir nuestros pensamientos a esos viejos recuerdos. Cuando ocurre algo negativo, es normal darle vueltas durante un tiempo para aprender de la experiencia y no volver a cometer el mismo error. Pero si esto se prolonga demasiado, estaremos reviviendo el dolor una y otra vez. Por otra parte, volcarse en el futuro intentando anticiparse a posibles dificultades, nos va a llenar de ansiedad y miedos infundados. Y en ambos casos estamos perdiéndonos lo que ocurre en el presente.

Es imposible no pensar nunca en el pasado o en el futuro. Además, es positivo hacer planes de vida y marcarse objetivos, así como aprender del pasado. Pero tenemos que ser conscientes de ello, y hacer lo posible por mantener nuestra mente en el instante presente. Es complicado, y requiere práctica, pero merece la pena; y técnicas como el mindfulness pueden ser de gran ayuda.

Compararse con los demás

La vida no es competición, aunque en parte nos hayan educado, precisamente, para competir. Compararse con los demás es una de las conductas infelices que más daño pueden hacer. Lo peor es que es un hábito muy común y muy destructivo, favorecido por algunas redes sociales. A veces lo hacemos inconscientemente, comparamos nuestra vida con la de otros; desde los trabajos y las casas, hasta el estatus y el cuerpo. Esto es algo que termina afectando muy negativamente a nuestra autoestima, y que puede generar muchísima frustración, incluso rencor. Para ser mínimamente felices, es imprescindible salir de este bucle. Si tenemos que compararnos con alguien, que sea con nosotros mismos, apreciando nuestra trayectoria vital, cómo éramos hace unos años y cómo hemos evolucionado, superado obstáculos y progresado. Cuando dejamos de compararnos con otros, somos capaces de observarnos con amabilidad y gratitud, que es el primer paso para una autoestima sana y un mayor bienestar con nosotros mismos.

Focalizarnos en lo negativo

Hay personas que solo ven la parte negativa de cualquier situación, algo que además de hacer infeliz a quien vive así la vida, termina afectando al ánimo de sus personas más allegadas. El día a día está lleno de obstáculos, pero la mayoría de ellos se pueden ir solventando sin darle más importancia de la que tienen. Hay situaciones que no tienen cara positiva posible; a otras, se le pueden encontrar ventajas y desventajas, y todas ellas forman parte de nuestras experiencias vitales y de nuestro desarrollo personal. A veces se trata de aceptar las cosas como son y tener una mente constructiva, centrando todas nuestras energías en solucionar el problema o convertirlo en algo útil.

Aspirar a la perfección

El perfeccionismo es una habilidad muy bien valorada en algunos ambientes laborales, pero en la vida puede ser un arma de doble filo. Sobre todo, si supeditamos la felicidad a hacer las cosas perfectas, comportarnos de manera impecable y conseguir resultados perfectos. El principal problema es que la perfección no existe, y pretender alcanzarla implica marcarse objetivos cada vez más exigentes, trabajando a un nivel inhumano y con la sensación permanente de que nunca se es lo suficientemente bueno. Esto impide, además, valorar los logros que se han obtenido, con lo que la autoestima se va deteriorando de forma irremediable. Superar esta ansia de perfección puede requerir un largo trabajo interno para aprender a aceptar los errores y a ser más benevolentes con nosotros mismos. Un buen truco para cambiar esta mentalidad es parar, de forma consciente, en el límite de lo suficiente.  

Falta de confianza

No confiar en uno mismo también es una de las conductas infelices más frecuentes. La inseguridad nos impide arriesgar, actuar y sentirnos satisfechos con los retos conseguidos. No nos deja desarrollarnos y evolucionar, y nos mantiene estancados. Dudar de las propias capacidades no nos permite sentirnos bien en nuestra piel, y deteriora mucho la autoestima. Además, puede llevarnos a generar vínculos dependientes con los demás, y hacernos más vulnerables a establecer relaciones tóxicas muy dolorosas.

Trabajar la confianza puede ser un proceso largo, pero hay un «truco» que si se aplica, nunca falla. Se trata, simplemente, de seguir adelante, sin esperar a sentirse confiado para hacer algo. Los actos pueden separarse de las emociones, es decir, podemos actuar sin confianza, porque esta vendrá después. Esto implica enfrentar miedos y asumir el riesgo de errores, pero el solo hecho de intentarlo alimenta nuestro amor propio y nos ayuda a avanzar. Y esto, aporta felicidad.

Ser conscientes de cuáles son nuestras conductas infelices, es un primer paso importante para empezar a trabajar. Como decíamos al principio, la felicidad puede depender de muchos factores que se escapan a nuestro control, pero también puede ser un acto voluntario. Si sientes que siempre hay algo en tu vida que te impide ser feliz, no dudes en pedir ayuda profesional. La terapia puede ayudarte a tener mejores hábitos para disfrutar de una vida más apacible, serena y llena de momentos positivos.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 3 Promedio: 5)
Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

Otros artículos que podrían interesarte: