Pensamientos NEGATIVOS: cómo influyen en nuestra conducta ✔

Cómo influyen nuestros pensamientos negativos en nuestra conducta

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Los pensamientos negativos pueden influir en nuestra autoestima y en nuestras decisiones vitales. Pero, además, en la forma en la que nos relacionamos con el mundo, e incluso en nuestra salud. Y a veces ni siquiera somos conscientes de ello. Según diferentes estudios científicos, por nuestra cabeza pasan hasta 60.000 pensamientos al día. La mayoría de ellos son repetitivos, negativos y sobre cosas del pasado.

Esto es así porque nuestro cerebro no está diseñado para la felicidad, sino para la supervivencia. Tras millones de años de complejísima evolución, el ser humano ha desarrollado un eficaz sistema, listo para superar cualquier peligro sin tener que pensar, de manera automática. Por eso, es normal que tengamos la atención mucho más localizada en lo negativo. ¿Tienes tendencia a imaginar situaciones catastróficas o peligrosas? Pues este sería el motivo: se trata de una respuesta evolutiva para la supervivencia.

El problema es que, hoy día, no dormimos en cuevas bajo la amenaza de los depredadores. Por ello, estos mecanismos han dejado de ser útiles, al menos como lo fueron en otras épocas. Pero, a la vez, nuestra vida actual tiene un ritmo frenético, y estamos expuestos a una constante sobre estimulación. Esta tendencia, por una parte, activa nuestro sistema de alarma, y por la otra nos mantiene funcionando en piloto automático, sin tiempo a pararnos y ser conscientes de lo que pensamos, sentimos o hacemos.

Pensamiento, sentimiento y acción

Los pensamientos provocan sentimientos, y estos modifican nuestra actitud y conducta. Es una secuencia que se repite a diario en nuestras vidas, y que podríamos identificar fácilmente haciendo un poco de introspección. Un ejemplo fácil: si creemos que en el mercado laboral no hay trabajo para todos, probablemente sintamos miedo de que los demás candidatos estén mejor preparados. Esto puede hacer que nos limitemos a inscribirnos en ofertas de trabajo en las que consideramos que nos ajustamos al cien por cien, e incluso un poco por debajo de nuestro nivel de competencias. La consecuencia es que estamos limitando nuestras oportunidades, y puede que cerrándonos alguna puerta.

Creencias limitantes

Los pensamientos negativos suelen derivar en creencias limitantes que pueden ser muy dañinas, porque afectan a la autoestima y nos impide desarrollar todo nuestro potencial. ‘No valgo para esto’, ‘soy muy torpe’, ‘es demasiado difícil para mí’, ‘no se me da bien’, ‘no voy a poder’… Seguro que reconoces este tipo de pensamientos. Incluso, si estás leyendo esto, puede que te asalten de forma recurrente. Aunque pueda parecer que se trata de frases inofensivas, la realidad es que pueden tener un gran peso en nuestra vida; más, si alimentamos a nuestro cerebro con ellas a diario. Cuando estos pensamientos nos paralizan, se concierten en creencias limitantes.

Todos tenemos creencias sobre nosotros mismos, e ideas sobre lo que somos o valemos, que no siempre se ajustan a la realidad. Es normal, y no solo son personales, también provienen del entorno social, de la cultura o de la familia. Hasta pueden ser hereditarias. Esto se refleja en frases como ‘las mujeres de nuestra familia tienen muy mala suerte en el amor’, por ejemplo. Asumir esa creencia sin más, tiene mucho de profecía autocumplida. Es decir, la propia convicción de que las cosas solo pueden ser de determinada manera, provoca que la persona actúe y tome decisiones que hagan que se cumpla la predicción. En este caso, la mala suerte en el amor.   

Las creencias limitantes pueden tan fuertes y determinantes que llegan a paralizar a las personas. Influyen directamente en nuestro día a día, porque estos pensamientos están vinculados a la inhibición. Esto significa que la reacción inmediata tiende a ser evitativa, por lo que dejamos de tomar decisiones, desde las más irrelevantes hasta las que podrían ser cruciales. Como empezar un nuevo proyecto, hacer un viaje soñado, o dejar una relación que no nos satisface. También nos impiden tomar riesgos, y nos empujan a conformarnos con todo aquello que nos mantenga en nuestra zona de confort.

Pensamientos negativos y salud

Los pensamientos negativos también están relacionados con la salud, porque la mente y el cuerpo son uno solo, y las emociones también afectan al aspecto físico. Esta relación directa entre las emociones y los síntomas físicos también la hemos experimentado todos. ¿Quién no ha sentido dolor de tripa en momentos de tensión? ¿O dolor de cabeza en situaciones de estrés?

Algunos estudios apuntan a que mantener un pensamiento negativo en la mente por un minuto, provoca una depresión en el sistema inmunitario que dura cinco horas. Por lo tanto, mantener pensamientos y emociones negativas durante un tiempo prologando, hace que nuestro organismo sea mucho más vulnerable a contraer ciertas enfermedades.

Además, el estrés intenso mantenido en el tiempo puede provocar lesiones en las neuronas cerebrales encargadas del aprendizaje. El cerebro, en general, experimenta alteraciones que hacen que el sistema hormonal se modifique, con las consecuencias que esto puede tener en la salud de los diferentes órganos del cuerpo. Un buen ejemplo es el famoso cortisol, una hormona que el cerebro produce en las situaciones de estrés. Si esta se eleva demasiado, puede afectar al aparato digestivo, provocar dolencias cardiacas, alterar el metabolismo o los patrones del sueño.

Cómo combatir los pensamientos negativos

Aunque los pensamientos negativos sean parte del resultado evolutivo de nuestro cerebro, podemos combatirlos. La evolución, por suerte nos ha provisto de muchas más herramientas con las cuales, y contra todo pronóstico, sí podemos ser felices. El primer paso es analizar nuestro patrón de pensamiento y determinar cómo influyen en nuestras emociones, para poder salir de ese círculo vicioso que nos mantiene atrapados. A veces, están tan instaurados y los tenemos tan automatizados, que hay que hacer el recorrido inverso: estudiar las emociones que generan para descubrir cuál ha sido el pensamiento detonante.

Una vez identificados, hay que iniciar un proceso de reaprendizaje, para entender que la mayoría de estos pensamientos están distorsionados. Es decir, que no son objetivos y provienen, en muchos casos, de miedos irreales, prejuicios o experiencias del pasado que se han quedado sin resolver. Lo ideal es realizar este trabajo de mano de un psicoterapeuta profesional, que nos guíe y nos ayude a atrapar estos pensamientos negativos y darles la vuelta. Cambiar la forma en la que nos comunicamos con nosotros mismos es posible, y puede ser la clave para una vida más plena y serena. Si sientes que los pensamientos negativos son demasiado intrusivos, o están determinando aspectos de tu vida, no dudes en pedir ayuda.

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Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

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