AUTOESTIMA SANA: ¿CÓMO CONSEGUIRLA?

AUTOESTIMA SANA: ¿CÓMO CONSEGUIRLA?

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¿Te identificas con las características de una persona con problemas de autoestima? La visión tradicional de la autoestima, válida hasta hace poco, defendía que lo deseable era tener una alta autoestima, y que los problemas se encuentran en la baja autoestima. Sin embargo, las investigaciones actuales también tienen en cuenta la autoestima inflada como generadora de problemas emocionales y conductuales.

¿QUÉ ES UNA AUTOESTIMA SANA?

Lejos de la creencia popular, la autoestima sana es aquella que favorece el bienestar y el buen funcionamiento psicológico. Las personas con autoestima sana se valoran de forma objetiva y realista, aceptándose tal y como son, generando sentimientos positivos hacia sí mismas. No confundamos esto con alguna forma de soberbia y grandiosidad, indicativa de  una  autoestima inflada. Una autoestima sana permite reconocer las fortalezas y limitaciones, y aún así aceptarse y quererse. Si nadie es perfecto, ¿por qué íbamos a serlo nosotros?  

Según Nathaniel Branden, una sana autoestima permite tener un sentimiento de capacidad y valía personal. Esto quiere decir que se establece un juicio positivo sobre la propia habilidad para enfrentar los desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y reconocer el derecho a llevar una vida satisfactoria (respetar y defender los intereses, derechos y necesidades propias). Algunas características de las personas con autoestima sana:

  • Valoran sus éxitos.
  • Son congruentes respecto a sus valores y conducta.
  • Aceptan sus limitaciones.
  • Toleran la frustración.
  • Muestran amplitud de emociones y sentimientos.
  • Escasa dependencia de los logros o la aprobación interpersonal.
  • Mantenimiento de relaciones auténticas donde pueden mostrarse tal como son.
  • Son capaces de asumir responsabilidades.
  • Actúan con independencia y con decisión propia.

¿QUÉ PAPEL TIENEN LOS PENSAMIENTOS?

Aunque los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos pueden parecer realidades absolutas, es fundamental saber que tan solo son opiniones. De la misma forma que tenemos opiniones sobre los demás, tenemos opiniones sobre nosotros mismos. Recordemos que la opinión es una idea subjetiva, que cada uno de nosotros puede formar una diferente en función de su manera de percibir la realidad. 

El problema es que buscamos confianza y respeto en todas partes, menos en nosotros mismos. Nos juzgamos con dureza y adoptamos conductas autodestructivas, mientras esperamos que los demás se formen una idea positiva de nosotros; una idea que ni siquiera nosotros tenemos. 

Los pensamientos y creencias acerca de nosotros mismos tienen un papel relevante en  nuestra autoestima. Desde la psicología cognitiva, se da importancia a las distorsiones cognitivas y las autoexigencias (generalmente los “debería…”). Como hemos visto, las distorsiones cognitivas son errores en nuestra forma de percibir y evaluar la realidad, a los demás y a nosotros mismos.

Cuando hay un problema de autoestima, los sesgos se intensifican, haciendo que la percepción y el procesamiento de la información sea congruente con aquella imagen distorsionada y negativa que hemos formado de nosotros mismos. No olvidemos que las distorsiones se producen de manera automática y este patrón de pensamiento se ha convertido en un hábito, por lo que en la mayoría de ocasiones no es fácil detectarlas y cambiarlas sin la ayuda de un profesional.

Por otro lado, se encuentra la autoestima inflada. Esta surge cuando la percepción de uno mismo es exageradamente positiva, lo que igualmente puede acarrear problemas, especialmente en las interacciones sociales. La baja autoestima y la autoestima inflada conforman las dos caras de la misma moneda. Ambos problemas de autoestima comparten el mismo tipo de distorsiones, solo que dependiendo del polo en que se sitúe el contenido, corresponderán a una u otra.

Veamos algunos ejemplos:

DistorsiónBaja autoestimaAutoestima inflada
Sacar conclusiones generales de un solo hecho“Todo me sale mal”“Todo me sale bien”
Centrarse en una o dos características o conductas para sacar un juicio global“Soy un perdedor”“Soy extraordinario”
Creer saber qué piensan y sienten los demás y por qué se comportan de la forma que lo hacen“Piensa que soy un perdedor”“Piensa que soy extraordinario”
Tendencia a considerar erróneamente quién es responsable de nuestras emociones, comportamientos o sucesos“Es por mi culpa”“Es por mi mérito”
Creer en algo porque lo sentimos así. Exceso de confianza en nuestros sentimientos, sin tener en cuenta que muchas veces nos llevan a distorsionar la percepción de la realidad. “Me siento inferior y por tanto lo soy”“Me siento superior porque lo soy”
Tendencia a magnificar los rasgos negativos (autoestima baja) o rasgos positivos (autoestima inflada) y se desvalorizan los aspectos discordantes con nuestra forma de percibirnos“Me elogiaron por pena”“Me criticaron por envidia”

¿CÓMO CONSEGUIR UNA AUTOESTIMA SANA?

Como hemos visto, generalmente los problemas de autoestima se sustentan en creencias y no en hechos, por lo que modificando ese sistema de creencias podemos mejorar nuestra autoestima. Existen algunas pautas que favorecen el desarrollo de una sana autoestima.

Ten una percepción realista de ti mismo

Esto implica mantener una visión objetiva considerando tanto las virtudes, fortalezas, competencias y potencialidades, así como los fallos, déficits y limitaciones. Guíate por tus valores personales, manteniendo el equilibrio entre tu -yo ideal- y tu -yo real-. 

Autoaceptación incondicional

Supone aceptarte a ti mismo tal como eres, sin juzgarte o etiquetarte globalmente como “bueno”, “malo” o “mediocre”. Tratarte con compasión y amabilidad, independientemente de los fallos que puedas cometer en determinados momentos. Tratarte con respeto y cariño, tal y como tratarías a un amigo o familiar al que quieres. De esta forma te permites, como humano, ser imperfecto pero igualmente valioso y digno de amor. 

La autoaceptación favorece la autoimagen realista en cuanto que, cuando te aceptas no es necesario que distorsiones tu propia imagen para mantener sentimientos positivos hacia ti mismo. Desde esta posición se contribuye al bienestar emocional y al buen funcionamiento psicológico.

Con la autoaceptación incondicional no se pretende ignorar nuestros propios errores, sino que estos nos motiven a potenciar nuestras habilidades y virtudes para conseguir alcanzar las metas que nos propongamos (siendo estas realistas). La clave está en encontrar el equilibrio entre la aceptación de nuestras limitaciones y la mejora de aquellos aspectos que se puedan mejorar.

Establecer valores y metas sanos

Si asumes valores y metas sanos y te esfuerzas por alcanzarlos tomándolos como preferencias, y no como imposiciones, te centrarás en conseguir lo posible (lo que dependa de ti).

Autoestima y asertividad están estrechamente relacionadas, ya que si te valoras y aprecias a ti mismo podrás relacionarte de igual a igual con los demás, y no desde una posición de inferioridad. Quien se aprecia y valora a sí mismo, podrá relacionarse con los demás en el mismo plano, reconociendo a los que son mejores en alguna habilidad, pero no sintiéndose inferior ni superior a otros. Poner en práctica los derechos asertivos te ayudará a ganar confianza y seguridad en ti mismo, y por tanto mejorará tu autoestima.

Atender y cuidar nuestras necesidades físicas y psicológicas

Esta es una práctica que llevan a cabo las personas con autoestima sana. Aunque se hace énfasis en el componente cognitivo de la autoestima, es importante tener en cuenta la conducta ya que esta tiene un efecto sobre nuestras emociones y pensamientos. Buscar activamente el propio bienestar y elegir una vida satisfactoria, incluyendo una tendencia a pensar, sentir y actuar de la forma más funcional posible.

Como ya hemos dicho, algunas experiencias pueden contribuir a que nuestra autoestima sufra fluctuaciones. Sin embargo, expertos en este ámbito señalan que la continua visión negativa sobre uno mismo hace a la persona vulnerable a desarrollar distintos problemas psicológicos. Por el contrario, una sana autoestima puede actuar como factor de protección. Es decir, puede reducir la probabilidad de sufrir las consecuencias negativas ante la aparición de distintos acontecimientos. Es por esto, que respecto al tratamiento, puede resultar útil la integración de los problemas de autoestima con otros problemas psicológicos. El tratamiento de la baja autoestima basado en la terapia cognitivo-conductual es ampliamente aceptado, y la investigación valida su eficacia. 

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Paula Etala

Paula Etala

Psicóloga graduada y estudiante del Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Fernando Pessoa Canarias. Psicóloga en prácticas en el Centro de Atención Psicológica Guillermo Orozco.

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