¿Qué es la validación emocional y cómo desarrollarla?

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La validación emocional es un proceso que pasa por comprender y aceptar la experiencia emocional, tanto la ajena como la propia. Lo contrario es la ‘invalidación emocional’ que implica rechazo, intolerancia o juicio hacia determinadas reacciones emocionales.

La validación emocional y la empatía

Está relacionada con la empatía y, por lo tanto, con la inteligencia emocional. Es una capacidad que puede mejorar las relaciones interpersonales en todos los ámbitos, ya que permite que la otra persona se sienta reconocida, aceptada y comprendida. De esta forma, se genera un vínculo comunicativo muy positivo. Y es que la comunicación es más fluida cuando ambas partes pueden verbalizar lo que sienten y lo que piensan, sin temor a ser juzgadas o rechazadas. Así, cuando hay validación emocional se pueden establecer mejores relaciones, basadas en la confianza y el respeto.

El proceso consta de tres acciones:

  • Empatía.
  • Aceptación de las emociones del otro.
  • Feedback o comunicación de esa aceptación libre de juicio. Se trata de verbalizar la aceptación emocional.

Cómo nos afecta la falta de validación emocional (invalidación emocional)

Frases aparentemente inocentes como “no te preocupes”, “tranquilízate”, “estás exagerando”, “no te pongas así”, “no es para tanto”, etc. son tremendamente invalidantes. La persona que las recibe siente que sus emociones no son adecuadas, y esto puede generar sentimientos negativos como frustración, vergüenza o impotencia, especialmente cuando trata de cambiar lo que siente a cambio de ser aceptada.

La realidad es que cualquier emoción tiene un disparador, un suceso o hecho que las genera. El que no seamos capaces de identificar la causa no significa que esa emoción sea inapropiada, exagerada o que surgió de la nada. Los seres humanos estamos diseñados para vivir a través de experiencias emocionales, y desde el punto de vista evolutivo cumplen su función.

Por lo tanto, no existen emociones buenas o malas; simplemente, son formas adaptativas de gestionar diferentes realidades. Dicho más claramente, todo lo que siente una persona tiene sentido y es siempre válido. A veces creemos, erróneamente, que decirle a alguien “no llores” o “no te preocupes” puede ayudar a aliviar el malestar de la otra persona. Aunque la intención sea buena, suele ocurrir todo lo contrario. Nuestro interlocutor se sentirá mal y emocionalmente solo. Al fin y al cabo le estamos diciendo, de manera indirecta, que debería sentir algo diferente a lo que siente, y que en cierto modo no entendemos ni empatizamos con lo que le está ocurriendo.

Como trabajar la validación emocional

La validación emocional se puede mejorar teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

Practicar la escucha activa

La escucha activa está muy vinculada a la empatía, e implica estar presentes, prestando una atención plena a nuestro interlocutor. A menudo, en el mundo ajetreado en el que vivimos, escuchamos a las personas mientras estamos pensando en lo próximo que vamos a decir. Puede que en ciertos ambientes esto dé fluidez a la conversación, pero en realidad nos aleja emocionalmente de los demás. Si alguien nos está hablando de sus emociones, es el momento de escuchar, verbalizar que estamos entendiendo lo que dice, mantener la mirada o, incluso, coger de la mano o tocar ligeramente en el hombro a la otra persona, si percibimos que el contacto físico puede ser de ayuda en ese momento.

Entender las reacciones de los demás

Es importante tener presente que la inteligencia emocional de cada persona, así como sus experiencias vitales, son diferentes de las nuestras. Esto significa que la intensidad de las respuestas emocionales, o su reacción ante un evento determinado, será distinto. Aunque no podemos leer mentes, sí podemos hacer un esfuerzo para entender qué puede haber llevado a alguien a actuar de cierta manera.

Normalizar emociones

Asumir que experimentar reacciones emocionales intensas es algo normal, nos ayuda a todos. Ante un momento desbordante, saber que la mayoría de las personas, en similares circunstancias, se pueden sentir de la misma forma, puede resultar muy beneficioso. Por ejemplo, podemos normalizar que todo el mundo puede ponerse nervioso en una entrevista de trabajo, sentir miedo o ansiedad a la hora de hablar de cara al público, etc.

Las personas muy sensibles tienden a pensar que son únicamente ellas las que sienten que las emociones les desbordan, así que saber que a todos nos pasa de vez en cuando les ayudará a normalizar su experiencia y no sentirse tan fuera de lugar.

Tener una mente abierta y tolerante

La validación emocional implica respetar la experiencia emocional del otro y no juzgarla, y para llegar a este punto hay que tener una mente abierta. No siempre vamos a compartir o a empatizar con los sentimientos de la otra persona; pero ello no significa que no podamos comprender su situación. Para esto hay que tener claro que todas las emociones tienen un sentido, un propósito, así como una historia.

La importancia de la autovalidación emocional

Vivimos en una sociedad en la que recientemente se está comenzando a hablar de la salud mental y la importancia de expresar sentimientos y emociones. Desde pequeños, la mayoría de nosotros hemos aprendido a dar una imagen de persona fuerte, minimizando nuestras emociones o ignorándolas por completo, incluso. Hasta tal punto que muchas personas no saben siquiera ponerle nombre a lo que están sintiendo. Esto puede tener consecuencias muy negativas, y afectar al bienestar psicológico.

Cuando no validamos nuestras propias emociones, ya sea porque no queremos darles espacio o porque no sabemos identificarlas, no las estamos gestionando correctamente, por lo que se va generando un malestar que puede ir creciendo con el tiempo, derivando en diferentes trastornos.

Es fundamental practicar la autovalidación, es decir, reconocer las emociones que sentimos en diferentes momentos de la vida, aceptarlas, entenderlas y aprender de ellas para seguir evolucionando y para desarrollar una buena autoestima, seguridad personal y autorespeto. Solo validándonos a nosotros mismos, podremos validar las emociones de las demás personas.

Cuidado con la luz de gas

El punto más extremo y opuesto a la validación emocional es la luz de gas o ‘gaslighting’, que podría definirse como un patrón de manipulación emocional en el que la víctima termina dudando de su propia interpretación de la realidad, de su memoria e incluso de su cordura. Es un comportamiento lamentablemente muy frecuente, aunque puede ser difícil de identificar. Frases como, “eres demasiado sensible”, “estás exagerando”, “eres demasiado pesimista”, etc., pueden resultar muy tóxicas, porque no solo se están invalidando las emociones de una persona, también se está poniendo en tela de juicio su percepción. La luz de gas puede ser muy destructiva, por eso es tan importante ser capaz de reconocer esta forma de manipulación cuanto antes.

Si sientes que tienes alguna dificultad para gestionar emociones y sentimientos, propios o ajenos, no dudes en consultar con un psicólogo experto, que te ayudará a desarrollar las herramientas necesarias para unas mejores relaciones interpersonales y una mayor paz mental.

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Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

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