Si nos referimos al significado etimológico de la palabra, diríamos que la agorafobia es el miedo a los espacios abiertos. Por este motivo puede confundirse con personas que carecen de habilidades sociales o no les gusta salir a la calle. Sin embargo, el origen del miedo de los agorafóbicos es más abstracto que el simple hecho de estar en estos espacios. Es decir, el miedo no es al lugar en sí, sino a las consecuencias de exponerse a éste.
“Hace 2 años iba conduciendo al trabajo tranquilamente, y de repente me empecé a encontrar mal, como si no pudiera respirar, mi corazón latía rápidamente y sentía nauseas y mareos. Era una sensación horrible que nunca había experimentado antes. En ese momento pensé que me iba a dar un infarto, y que me iba a morir. Paré el coche por donde pude y llamé a urgencias, cuando llegó la ambulancia me aseguraron que no me pasaba nada y que mi corazón funcionaba perfectamente, que no estaba sufriendo un infarto. Me dijeron que había sufrido un ataque de pánico, yo no entendía nada, pero al final conseguí tranquilizarme con las palabras de los sanitarios. No obstante, cuando llegué a casa, comencé a pensar en lo ocurrido y no podía creer que aquello que me había pasado no fuese nada, que fuera simplemente algo mental, y empecé a pensar que algo grave tenía en el corazón …»
La agorafobia pertenece a los denominados trastornos de ansiedad, y consiste en el miedo a los lugares o las situaciones que podrían causarte pánico y hacerte sentir atrapado, indefenso o humillado. El pánico que sentimos es lo que hace que evitemos esos lugares o situaciones. El temor puede ser tanto a una situación real como anticipada. Algunos de los miedos pueden ser: estar en un centro comercial, usar el transporte público, caminar por espacios abiertos o permanecer en espacios cerrados, estar en una multitud, entre otros.
La ansiedad se produce a partir del miedo a que no haya una vía de escape o ayuda accesibles si se intensificara los propios síntomas de la ansiedad. Es muy habitual que la mayoría de las personas que sufren uno o más ataques de pánico desarrollen agorafobia. El miedo intenso provocado por un ataque de pánico hace que las personas se preocupen por volver a tenerlo, así que evitan los lugares o situaciones donde pueda volver a suceder.
Este trastorno afecta más a mujeres y la edad de aparición suele rondar entre los 25 y los 30 años. No obstante, puede manifestarse a cualquier edad, aunque es más difícil desarrollarla entre los 45 a los 65 años.
Las personas con agorafobia no se sienten seguras en lugares públicos, especialmente donde se reúnen multitudes. Es normal que sientan la necesidad de ir acompañados a todos sitios, con parientes o amigos, o con su pareja. El miedo que se sufre es tan abrumador que, en numerosas ocasiones, las personas con agorafobia no pueden salir ni siquiera de casa.
“… a raíz de ese primer ataque de pánico, cada vez que notaba una mínima sensación en mi cuerpo: mi corazón latiendo, respiración un poco agitada, una sensación de mareo, etc. pensaba que volvería a tener un ataque y que moriría. Ese pensamiento me generaba mucha angustia y miedo. Cada vez que tenía un ataque, terminaba en urgencias con una pastilla debajo de la lengua, y esto era lo único que conseguía aliviar mi malestar.
Es una sensación horrible sentir que te va a dar un ataque al corazón y que te puedes morir en cualquier momento. Ese pensamiento estaba presente a todas horas en mi mente, no podía deshacerme de él, a pesar de que lo intentaba con todas mis fuerzas …»
¿Cuáles son los síntomas de la agorafobia?
Los criterios del DSM-V para el diagnóstico de Agorafobia son:
Miedo o ansiedad intensa acerca de dos (o más) de las cinco situaciones siguientes: