Aceptar la SOLEDAD ➤ Cómo aprender a estar solo

Aprender a estar solo | Cómo aceptar la soledad

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Aceptar la soledad puede ser difícil para muchas personas, aunque no todo el mundo lo vive igual. Para algunos, la palabra soledad evoca emociones de tristeza, sufrimiento, aburrimiento o vacío. Sin embargo, otros relacionan la soledad con la paz, la serenidad y la conexión con uno mismo o con el entorno. Igual que una misma película, o un alimento, puede desagradar a uno y fascinar a otros, de la misma forma la soledad se puede vivir de formas muy diferentes. Todo dependerá de las experiencias vitales de cada uno.

Aprender a estar solo es algo que se hace en la niñez, cuando nuestros cuidadores o figuras de apego nos dan la suficiente seguridad para explorar el entorno por nuestra cuenta. Los niños pueden aprender a tolerar y disfrutar de los momentos en los que los padres están ausentes, o simplemente no están disponibles. De esta manera, se sentirán más seguros para desarrollar sus propias actividades, o incluso relacionarse con otros niños, con la confianza de que sus referentes seguirán estando disponibles cuando lo necesiten.  

¿Por qué tenemos miedo a la soledad?

Los seres humanos somos sociales por naturaleza, por una cuestión puramente evolutiva. Necesitamos cooperar con los demás para sobrevivir, pero también para desarrollar nuestra personalidad, para aprender cosas nuevas, para divertirnos, etc. Esto se agudiza en una sociedad tan frenética e interconectada como la actual, donde el contacto humano traspasa las barreras de lo físico, gracias a las tecnologías digitales.

Además, desde la infancia nos inculcan que la vida en sociedad, en pareja o en familia es lo deseable. Se asocia con éxito tener mucha vida social y tener pareja y, por lo tanto, lo opuesto se entiende como un fracaso. Es un mensaje que vemos reforzado en series, películas, libros, anuncios, redes sociales. Al final, la soledad queda asociada automáticamente con algo negativo, hasta el punto de que hay personas a quienes les da vergüenza hacer sin compañía cosas cotidianas, como ir a comer a un restaurante, ver una película en el cine o tomarse una café en una terraza.

Pero, por otro lado, la sociedad actual también favorece el individualismo, de una forma que nunca había tenido lugar en otras culturas o en épocas anteriores. Hay muchos puestos de trabajo que se desarrollan enteramente frente a un ordenador, y apenas requieren contacto humano. El ocio también tiene un carácter mucho más individual, con televisión a la carta, juegos de ordenador, internet, etc. Además, cada vez hay más personas que viven solas o renuncian a una familia. Así que, al final, la realidad puede resultar muy contradictoria.

Fobia a la soledad

Muchas personas experimentan la soledad con sentimientos de amor-odio, otras la disfrutan, y algunas, por el contrario, pueden sentir verdadera fobia. Este grupo de personas no saben en absoluto estar solas y necesitan desarrollar ese aprendizaje. Cuando alguien experimenta esa intolerancia a la soledad, estará constantemente buscando y enlazando parejas, y socializando de manera continua. Esto puede ser un claro indicador de dependencia emocional, que hace que el ánimo de la persona que la padece dependa de sus relaciones con otras personas. La capacidad de ser feliz y de disfrutar de la vida estaría, por lo tanto, en manos de otros.

Las personas dependientes, incapaces de aceptar la soledad, necesitan el refuerzo y la aprobación ajena. Cuando sus relaciones no van bien, se puede ver afectada su autoestima, e incluso deprimirse. En algunos casos, la inseguridad es tan grande que hay un miedo a la soledad puramente física. Por temor a que ocurra algo malo, a no saber afrontar un problema cotidiano, a tener que tomar una decisión, e incluso miedo ante la posibilidad de sentir aburrimiento.

En el rechazo a la soledad también hay una parte de miedo a estar con uno mismo y enfrentar determinadas emociones dolorosas que se prefieren evitar: tristeza, rencor, dudas, vacío existencial…

En este sentido, aceptar la soledad y aprender a valorarla positivamente es fundamental para un buen grado de autoconocimiento, pero también es una forma de conseguir mayor libertad e independencia emocional. De la soledad puede derivar un enorme crecimiento personal, así como experiencias vitales maravillosas.

¿Cómo aprender a estar solo, a aceptar la soledad?

El primer paso es desechar la idea de que la soledad es síntoma de fracaso, por mucho que la sociedad en ocasiones nos lo haga entender de esta manera. Estar solo de vez en cuando es tan necesario como beneficioso, ya que nos permite reconectar con nosotros mismos, descansar y dedicarnos al autocuidado. Pero, además, hay que tener en cuenta los siguientes puntos.

Explorar nuestras emociones

Para muchas personas el miedo a la soledad está relacionado con el miedo a mirarse en el espejo, emocionalmente hablando. La soledad nos enfrenta a nosotros mismos y a emociones que pueden dar miedo, pero para que dejen de dar miedo, el primer paso es permitirnos sentir. Sea lo que sea que se esté evitando (dolor, incertidumbre, rabia o el propio miedo), tiene un sentido vital, ya que las emociones llegan por un motivo y hay que vivirlas para seguir avanzando.  

Conectar con la vida

Aceptar que la soledad es parte de la vida nos ayudará a conectar realmente con la vida en todas sus facetas. Pero también con nosotros mismos, con nuestras ilusiones, motivaciones y gustos, que a veces olvidamos en el bullicio del día a día. La soledad nos ayuda a conocernos mejor, y a poder vincularnos de forma mucho más sana con los demás, desde la libertad y la conexión verdadera.

Hacer planes solo

Este paso que parece sencillo es muy complicado para muchas personas, que sienten que no pueden disfrutar o divertirse si no lo hacen con otra persona o con un grupo de amigos. Compartir está muy bien, pero hacer actividades por cuenta propia permite otro tipo de disfrute más sosegado y más intenso que merece la pena disfrutar. Hacer un viaje solo, una ruta senderista, ir al cine con una sola entrada, a un museo, a un taller… Se puede empezar por lo más simple y seguir superando retos.

El objetivo es poder elegir libremente cuándo nos resulta más beneficioso estar solos, y cuándo acompañados. Si sientes que la soledad te resulta angustiante y tiendes a refugiarte en los demás con tal de evitarla, no dudes en consultar con un psicólogo profesional que te ayudará a desarrollar las herramientas necesarias para disfrutar más plenamente de tu vida.

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Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

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