El deseo sexual

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¿Qué es el deseo sexual?

Si consideramos al ser humano como animal que es, el deseo sexual se centra en la supervivencia de la especie a través de la reproducción. Pero nosotros trascendemos esa dependencia básica, y desde el punto de vista psicológico, el deseo erótico es una de las motivaciones más importantes del ser humano.

El deseo sexual es una emoción, una fuerza, un impulso que nos mueve al encuentro íntimo con otras personas. Nos motiva a relacionarnos con otros, a compartir nuestra intimidad, a mantener relaciones afectivas y sexuales, a disfrutar de nuestro cuerpo, a sentir placer…

Investigadores en este campo dicen que el deseo sexual debe ser visto desde tres dimensiones:

  1. Afectiva: Afecta a los estados emocionales.
  2. Cognitiva: Afecta a nuestros pensamientos e imágenes mentales.
  3. Biofisiológica: Afecta a la activación del sistema nervioso central.

Helen Kaplan definía el deseo sexual como un impulso similar al hambre o la sed, ya que depende de la actividad de alguna estructura del cerebro. Decía que “el deseo sexual se vive como sensaciones específicas que mueven al individuo a buscar experiencias sexuales o a mostrarse receptivo a ella”.

LOS COMPONENTES DEL DESEO SEXUAL

Podemos considerar que el deseo sexual es la energía psicobiológica que precede, acompaña y tiende a producir comportamiento sexual. Tiene 3 componentes:

  1. Impulso: Es el componente biofisiológico, la base energética del deseo erótico. Este impulso hace que los atributos físicos adquieran valor erótico, y tengamos fantasías, sueños y búsqueda de actividad sexual compartida, o autoerótica.  La testosterona cumple un papel importante, ya que junto con otros elementos neurofisiológicos son los responsables de la activación erótica del deseo, y proviene de la programación genética responsable de la reproducción. Pero este efecto es insuficiente para comprender el deseo erótico humano, el impulso es absolutamente necesario para la experiencia del deseo, pero en sí mismo es insuficiente.
  2. Anhelo: Hace referencia a las ganas de tener relaciones sexuales, independientemente del impulso. Es la representación sociocultural del deseo erótico expresada en contenidos concretos. Son las ganas de vivir situaciones eróticas que se aprenden por socialización a edades tempranas, normalmente. Aprendemos que el hecho de mantener relaciones sexuales hace sentirnos bien físicamente, sentirnos amados, valorado, importantes, etc. A veces el impulso no concuerda con el anhelo, ya que puede haber motivos para no desear la actividad sexual. Esto puede provocar un desajuste y crear problemas a nivel psicológico referentes a la sexualidad.
  3. Motivo: Este es el componente más complejo del deseo sexual, ya que tiene que ver con la propia historia afectivo-sexual de cada individuo.  Al ser conscientes de la activación del impulso sexual, y tener la aspiración de estar involucrado en una actividad erótica, el motivo se refiere a la disposición, es decir, a la voluntad de implicarse en una experiencia erótica.

POSIBLES DESAJUSTES CON LOS 3 COMPONENTES DEL DESEO SEXUAL

Las personas que presentan dificultades con el deseo sexual pueden presentar incongruencias entre los tres componentes del deseo. Por ejemplo, personas con un nivel óptimo de impulso, podrían tener razones para evitar la experiencia emocional subjetiva del deseo sexual por diversos motivos.

El discurso social sobre lo “sexualmente correcto” podría lograr que una persona anhelase desear sexualmente aquello que dista de su propia realidad. una persona mayor podría anhelar estar involucrada en experiencias sexuales, porque estas podrían hacerle sentirse activa, vital, querida, aunque por determinadas circunstancias careciese de impulso. una persona adolescente podría sentir un fuerte impulso sexual, careciendo de recursos para integrarlo en el conjunto de su personalidad, debido a algunas contradicciones o dificultades propias del comienzo de la adolescencia.

EL DESEO ERÓTICO ES UNA EMOCIÓN

Las emociones incluyen tres componentes: uno neurológico-bioquímico, otro conductual y otro subjetivo experiencial. El deseo sexual se puede considerar como una emoción compleja, ya que puede suscitarse como una respuesta a un tipo de estimulación tanto interna como externa que produce una activación fisiológica, siendo esta interpretada en función de parámetros culturales. El resultado es la experiencia emocional subjetiva que cumple con las características de toda emoción: un inicio rápido, una duración más bien breve, aparición espontánea, evaluación automática y coherencia entre las respuestas, todo lo cual implica un nivel de motivación necesario para afrontar las situaciones correspondientes con la emoción. La experiencia emocional del deseo erótico es una experiencia íntima y subjetiva, no es generalizable, ya que cada persona lo vive a su manera.

El deseo sexual no debe ser confundido con la excitación sexual. Constituye una activación neurofisiológica independiente de la excitación sexual, sin embargo, interactúan entre ellas y se influyen mutuamente, por lo que en ocasiones se confunden. Podemos decir que son dos formas diferentes de activación que, en condiciones normales, actúan sinérgicamente.

REGULACIÓN DEL DESEO SEXUAL

Para la psicología de la sexualidad, la regulación de la experiencia emocional del deseo sexual tiene un gran interés en el tratamiento de disfunciones sexuales relacionadas con el deseo erótico. Una vez que sentimos la experiencia emocional del deseo sexual, esta debe ser regulada conforme a normas personales y sociales. El concepto de regulación emocional hace referencia no solo a la atenuación de la emoción en determinadas situaciones, sino también a la intensificación de la misma en otras. El deseo sexual puede ser satisfecho directamente, puede ser aplazado, se puede derivar a otros intereses, o se puede negar o reprimir.

Podríamos considerar que se produce una regulación inadecuada cuando de una manera defensiva se consigue, por inhibición, minimizar la activación propia del deseo sexual o alterar la percepción hasta su desnaturalización sintiendo, finalmente, una ansiedad difusa sin lograr reconocer su origen. En otras situaciones la incapacidad de regulación hace posible que algunas personas sobrepasen los niveles razonables de control y consigan la satisfacción de sus deseos sexuales violando la libertad de otras personas, como es el caso de los abusos, las agresiones y el acoso.

ORIENTACIÓN DEL DESEO SEXUAL

Las personas se sienten atraídas sexualmente fundamentalmente por estímulos eróticos que corresponden al otro, al mismo o a ambos sexos, así que la orientación puede ser heteroerótica, homoerótica o bierótica.

Independientemente del género o la identidad sexual, entendemos por orientación del deseo la capacidad de responder eróticamente a determinados estímulos que son capaces de provocar una reacción erótica. Esta se caracteriza por la activación de los circuitos cerebrales responsables del incremento de las ganas de vivir una experiencia de placer erótico. Como toda emoción, el deseo sexual genera una tendencia de acción, su activación tendería a activar a su vez el ciclo psicofisiológico de la respuesta sexual: deseo, excitación y orgasmo. La satisfacción del deseo puede darse de manera compartida, o de forma individual a través del autoerotismo.

HOMOSEXUALIDAD

No hace mucho tiempo, la homosexualidad se consideraba como una grave patología, una degeneración del impulso sexual. Incluso en la actualidad, la orientación del deseo en el sentido homoerótico contraviene seriamente el orden establecido por la ideología dominante. Todo comportamiento sexual al margen de la institución familiar, aquel que no esté específicamente dirigido a la procreación ha sido declarado tácitamente subversivo. Sin embargo, no siempre ha sido así, para los clásicos, la homosexualidad era una de las formas sexuales más consideradas, una actividad exquisita. Una postura radical en este sentido la postularon los epicúreos, quienes postularon, en su ansia de alcanzar la perfección, que la relación más cualificada era la homosexual, una relación entre hombres. Las mujeres eran consideradas como imperfectas, luego, mantener relaciones sexuales con ellas suponía rebajarse, aunque consideraban que era necesario e inevitable para la reproducción.

ORIGEN DE LA ORIENTACIÓN SEXUAL

El deseo sexual se orienta, adquiere direccionalidad en momentos previos a la adolescencia. Este hecho se produce probablemente por la interacción de las bases biofisiológicas del proceso de sexuación y la mediación ambiental, en el contexto de las relaciones interpersonales familiares y sociales. Aunque las diversas corrientes teóricas en psicología no han sido capaces de explicar el origen de la orientación del deseo.

TRASTORNOS DEL DESEO SEXUAL

Se consideran los trastornos y las dificultades en relación con la integración del deseo erótico en el conjunto de la personalidad, así como la adecuada gestión del mismo. El deseo sexual se puede alterar por su intensidad o por su orientación.

En cuanto a la intensidad del deseo:

  • Deseo sexual hipoactivo (hipoactividad, inhibición)
  • Deseo sexual hiperactivo (sexo compulsivo, adicción al sexo).

En cuanto a la orientación del deseo:

  • Orientaciones atípicas del deseo sexual (parafilias).
  • Hacia objetos no humanos.
  • Hacia situaciones de sufrimiento o humillación propio o de la pareja.
  • Hacia niños o personas que no consienten.

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Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

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