La depresión infantil: Cada vez más presente en nuestra sociedad

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La depresión infantil (depresión mayor) es un trastorno del estado de ánimo, y va mucho más allá de los típicos sentimientos de tristeza que puede experimentar un niño. Este trastorno es muy frecuente en niños y adolescentes, y se manifiesta como un estado de ánimo triste o irritable, que dura más de dos semanas y que afecta el pensamiento y el comportamiento de un niño en el hogar, la escuela y con sus amistades.

El Instituto Nacional de Salud Mental estima que más del 10 por ciento de los adolescentes de 12 a 17 años experimentan depresión mayor en algún momento. Los datos en menores de 12 años disminuyen hasta estar entre el 2 y el 8%, lo cual sigue siendo muy alarmante. Y estas cifras están aumentando alarmantemente en los últimos años, tanto en niños como en adolescentes.

Si se han sufrido episodios de depresión en la niñez y la adolescencia, es mucho más probable que se repitan en la edad adulta. Así que es muy importante recibir el tratamiento adecuado, lo antes posible, para disminuir el riesgo de recurrencia y reducir la gravedad de los síntomas. Recibir atención temprana también nos provee de herramientas para poder aprender a manejar nuestros pensamientos y emociones, y aumentar así nuestro bienestar y calidad de vida.

La depresión infantil es un problema grave de salud mental, pero afortunadamente se puede tratar y prevenir. En este artículo podrás entender mejor los síntomas, causas y riesgos asociados con la depresión infantil. Al final del mismo daremos algunas claves que nos pueden ser de utilidad para ayudar a padres cuyos hijos estén sufriendo depresión.

¿Cómo se manifiesta la depresión infantil?

Los síntomas de la depresión en los niños son numerosos y varían en cada caso, hay que entender que un niño de 5 años es muy diferente de uno de 15, tanto a nivel biológico, como psicológico, por eso es difícil establecer unos criterios muy definidos. Es por esto que este trastorno del estado de ánimo a menudo no se diagnostica ni se trata, porque los síntomas se confunden con los cambios emocionales y psicológicos normales de la edad. 

Los primeros estudios sobre la depresión infantil se centraron en la depresión «enmascarada», en la que el estado de ánimo deprimido de un niño se evidenciaba mediante un comportamiento irritable o malhumorado. Si bien esto sucede, particularmente en los niños más pequeños, muchos niños muestran tristeza o un bajo estado de ánimo similar a los adultos que están deprimidos.

Los principales síntomas de la depresión en niños y adolescentes, giran en torno a la tristeza, el sentimiento de desesperanza, los cambios de humor y los comportamientos desadaptativos. A continuación vamos a ver los síntomas de este trastorno en más detalle:

  • Irritabilidad o enfado, este es un síntoma que suele dificultar el diagnóstico
  • Sentimientos continuos de tristeza y desesperanza.
  • Pérdida de interés o placer en todas o casi todas las actividades que antes disfrutaba
  • Dificultad con las relaciones o aislamiento social
  • Excesiva sensibilidad al rechazo y sentimientos de culpa.
  • Problemas de autoestima.
  • Cambios en el apetito, ya sea aumentado o disminuido
  • Cambios en el sueño (insomnio o sueño excesivo)
  • Excesivas explosiones de gritos o llantos.
  • Fatiga y poca energía.
  • Dolencias físicas (como dolores de estómago y de cabeza) que no responden al tratamiento médico
  • Sentimientos de inutilidad o culpa
  • Dificultad para concentrarse o una disminución en el rendimiento escolar.
  • Pensamientos de muerte o suicidio.

No todos los niños manifiestan todos estos síntomas. De hecho, la mayoría mostrará diferentes síntomas en diferentes momentos y en diferentes entornos. Y, aunque algunos niños pueden seguir desarrollándose razonablemente bien en entornos estructurados, la mayoría de los niños con depresión significativa tendrán un cambio notable en las actividades sociales, pérdida de interés en la escuela, rendimiento académico deficiente o cambios en la apariencia física. En algunos casos, los niños también pueden comenzar a consumir drogas o alcohol, especialmente a partir de la preadolescencia, lo que complica aún más la situación.

Suicidio en niños y adolescentes: Una realidad incómoda

Según el INE, en España 14 menores de 15 años se quitaron la vida en 2020, en la población entre 15 y 29 años los fallecidos por suicidio ese año asciende a 300. Y si hablamos de intentos de suicidio, algunas fuentes afirman que se dan más de 2.000 casos al año. El suicidio se ha convertido en la principal causa de muerte no natural en los jóvenes de entre 15 y 29 años en España.

Las motivaciones últimas de la conducta suicida no están claras, ni en los adultos ni en los más jóvenes, quienes están en una etapa vital clave cuando los cambios físicos, mentales y emocionales son muy fuertes. Los datos dicen que los niños con antecedentes familiares de violencia, alcoholosmo o abuso físico o sexual tienen un mayor riesgo de suicidio, al igual que aquellos que sufren depresión.

Esta es una realidad incómoda que la sociedad no quiere ver, pero los niños pequeños intentan suicidarse, y pueden llegar a hacerlo impulsivamente cuando están molestos o enfadados. En cuanto a distinción entre géneros, es importante saber que las niñas realizan más intentos de suicidio, pero los niños son más propensos a realizarlo cuando lo intentan. 

¿Qué causa la depresión en los niños?

La depresión infantil, al igual que otros trastornos psicológicos, puede ser el resultado de una combinación de factores. Cada uno de estos factores de riesgo por sí solos no pueden explicar este trastorno del estado de ánimo, pero pueden desempeñar un papel en su origen y mantenimiento.

Numerosos autores apuntan a los siguientes factores las principales causas del desarrollo de la depresión infantil:

Factores genéticos

No se puede asegurar que la depresión sea hereditaria, aun cuando en la mitad de los casos de depresión infantil al menos uno de los progenitores sea depresivo. Diversos estudios aseguran que los hijos de padres con depresión tienen entre 3 y 6 veces más probabilidades de desarrollarla que los niños cuyos padres no sufren, o han sufrido este trastorno. Pero sabemos que este factor por sí solo no es determinante, a ello habrá que sumar otros factores, como el ambiente familiar, sus relaciones sociales o sus características de personalidad.

Factores biológicos

Las alteraciones en la secreción de algunos neurotransmisores que se producen en los pacientes con depresión es un hecho biológico constatado, aunque no se ha podido establecer con claridad si es una causa o una consecuencia de la depresión, ya sea adulta o infantil. En cualquiera de los casos, siempre puede tenerse como un factor relacionado con el inicio o el mantenimiento de la depresión.

Salud física

Los niños con enfermedades médicas crónicas o severas son más propensos a estar deprimidos. También se incluyen aquí otros trastornos psicológicos, como el TDAH, la ansiedad o los trastornos del comportamiento alimentario.

Factores sociales

Los eventos estresantes ocurridos en la vida del niño pueden afectar en mayor o menor medida, dependiendo de la personalidad y el apoyo emocional que tenga. Entre ellos podrían citarse el bullying o acoso escolar, la pérdida de un ser querido, abusos físicos o psicológicos, o las limitaciones económicas o familiares que le puedan impedir relacionarse satisfactoriamente con su entorno. Dentro de los factores sociales habría que hacer especial hincapié en el efecto que el abuso de las redes sociales tiene en los más jóvenes. El uso en exceso de Instagram, TikTok o Youtube está provocando ya en los niños y adolescentes (y en muchos adultos también) problemas de dependencia, nerviosismo, ansiedad, desajustes en el sueño y problemas de autoestima. Y estos efectos negativos, si no se corrigen a tiempo, pueden contribuir a desarrollar una depresión. 

Factores familiares

Uno de los factores más determinantes para el desarrollo de la depresión infantil es el ambiente familiar y la interacción del niño con sus padres y familiares más cercanos. Relaciones conflictivas entre los padres o tutores, distanciamiento entre ellos, malos tratos, problemas de comunicación, sobreprotección del niño, escasa implicación de uno de los progenitores, actitudes agresivas, comportamientos autoritarios y abusivos… son algunos de los factores que pueden estar en el origen de una depresión infantil. 

Depresión en los niños: señales de advertencia

Los padres deben estar especialmente atentos a las señales que pueden indicar que su hijo corre riesgo de suicidio.

Las señales de advertencia del comportamiento suicida en los niños incluyen:

  • Muchos síntomas depresivos (cambios en la alimentación, el sueño, las actividades)
  • Aislamiento social, incluido el aislamiento de la familia.
  • Hablar de suicidio, desesperanza o impotencia.
  • Aumento de la actuación de conductas indeseables (sexuales o conductuales)
  • Aumento de los comportamientos de toma de riesgos.
  • Accidentes frecuentes
  • Abuso de sustancias
  • Centrarse en temas morbosos y negativos.
  • Hablar de la muerte y morir.
  • Aumento del llanto o reducción de la expresión emocional
  • Regalar posesiones

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo si creo que está deprimido?

Habla con tu hijo de forma abierta y honesta sobre cómo se siente. Escucha atentamente y muéstrale que estás allí para apoyarlo y ayudarlo a sentirse mejor.

Es importante mantener una comunicación sincera con tus hijos, incluso si parece querer aislarse o encerrarse. Respeta su proceso y trata de evitar decirle todo el rato qué es lo que tiene que hacer y lo que tiene que pensar o sentir. En su lugar, escucha atentamente, pregunta cómo se siente, qué necesita… y puede que descubras más sobre los problemas que le podrían estar afectando.

Valida las emociones y preocupaciones de tus hijos, aunque los motivos por los que los niños sufren te puedan parecer “tonterías”, para ellos eso es lo más importante ahora mismo. Si les quitas importancia a sus problemas, aunque lo hagas con buena intención, perderás la comunicación con ellos.

Intenta ser paciente y amable cuando tu hijo muestre rabia, enfado o mal comportamiento. Estos pueden ser síntomas provocados por la depresión y si les castigamos empeoramos las cosas. En estos casos es más útil mostrarnos tranquilos y calmados, y tratar de guiarlos poco a poco hacia una conducta más adecuada. De esta forma, en lugar de sentirse culpables o avergonzados, los niños se sentirán orgullosos de poder controlar su conducta, y también podrán ver que nosotros estamos orgullosos de ellos.

Ayuda a tu hijo a encontrar maneras de expresar sus sentimientos, como a través de la pintura, la escritura, el deporte o la música.

Proporciona apoyo emocional y establece límites claros. Ayuda a tu hijo a desarrollar habilidades para manejar sus emociones y enfrentar problemas.

Si el estado de ánimo triste o irritable de tu hijo lleva así durante algunas semanas, lleva a tu hijo a ver al médico y exponle los síntomas que has percibido. Dile si has notado cambios en el sueño, la alimentación, la energía o la socialización de tu hijo. El médico podrá hacer un examen físico para descartar cualquier problema de salud subyacente y derivarlo a un especialista de la salud mental si fuera necesario.

Busca la ayuda de un psicólogo o psiquiatra infantil. Un especialista en salud mental podrá evaluar a tu hijo y determinar si está experimentando depresión y proporcionar el tratamiento adecuado para él, y las indicaciones necesarias para que tú puedas aprender a ayudarle de forma más eficiente.

Acompaña a tu hijo en su tratamiento y proporciona un ambiente cálido y seguro en casa, asegurándote de que tu hijo sepa que estás allí para ayudarle y no para juzgarle.

Intenta pasar tiempo con tu hijo haciendo cosas que ambos podáis disfrutar. Juega con él, cocina, lee cuentos, haz manualidades, mirad juntos una película divertida… Las actividades al aire libre pueden ser doblemente beneficiosas en estos casos, así que salir a pasear por el campo, la playa o un parque será de gran ayuda. Para esto tienes que saber qué tipo de actividades le podrían gustar, así que de nuevo la comunicación es imprescindible en este caso.

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Guillermo Orozco

Guillermo Orozco

Psicólogo en Las Palmas de Gran Canaria. Graduado por la UNED y Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Experto en Terapia de Pareja y Terapia Online.

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